Por qué es importante reducir las emisiones de anestésicos volátiles
Los anestésicos volátiles son potentes gases de efecto invernadero. Su reducción selectiva no solo es sensata desde el punto de vista económico, sino que también constituye un paso importante hacia la sostenibilidad medioambiental. Hemos pedido al Prof. Dr. Jan Hendrickx, experto en cinética de los anestésicos inhalados y los gases transportadores, que comparta sus recomendaciones sobre cómo pueden los hospitales minimizar el impacto medioambiental de los gases de la anestesia.
Los anestésicos volátiles representan hasta el 35 % de las emisiones de gases de efecto invernadero en los hospitales [1] y son un factor medioambiental significativo. El efecto invernadero del sevoflurano y del desflurano, aún más perjudicial para el medio ambiente, es muchas veces más fuerte que el del CO₂.[2] Además de su impacto climático, suponen un riesgo potencial para la salud del personal de quirófano y generan costes sustanciales. Por lo tanto, la administración de anestésicos inhalados debe tener como objetivo minimizar su liberación al medio ambiente [3].
La «Declaración de Glasgow de la ESAIC sobre la sostenibilidad en anestesiología y cuidados intensivos», adoptada en 2023, ofrece una hoja de ruta detallada de tres años para reducir las emisiones de los anestésicos volátiles y promover alternativas respetuosas con el medio ambiente. La hoja de ruta hace hincapié en la urgente necesidad de reducir el uso de gases fluorados, exigiendo una reducción del 98 % para 2050, de conformidad con la normativa de la UE, y la prohibición del desflurano a partir de 2026[4].
Medidas para reducir el impacto medioambiental
El Prof. Dr. Jan Hendrickx, del Hospital OLV de Aalst (Bélgica), recomienda las siguientes medidas:
- Aplicar anestesia con flujo mínimo.
- No utilizar desflurano.
- Minimizar el uso de N₂O.
- Utilizar propofol en lugar de agentes inhalatorios antes de asegurar la vía aérea, con el fin de profundizar la anestesia durante la intubación o la inserción de la máscara laríngea.
- Minimizar el uso de flujo de gas fresco (FGF) por encima del intervalo de ventilación minuto; excepciones solo durante el lavado en estaciones de trabajo específicas.
- Durante el lavado, utilice un FGF bajo (1 l/min o menos) con un ajuste alto del vaporizador y controle la profundidad de la anestesia utilizando herramientas como MAC Brain, EEG, índices y/o herramientas de visualización PK/PD.
- Utilice el flujo de control objetivo para gestionar con precisión el flujo de gas.
- Minimice la concentración del agente espirado a 0,8 MAC y asegúrese de corregir la edad.
- Titre los opioides de forma adecuada y utilice la sinergia entre los opioides y los agentes inhalatorios para mantener 0,8 MAC. Las concentraciones más altas retrasan el despertar y desperdician gases anestésicos.
- Coasting.[5]
Lograr un impacto con la anestesia de flujo bajo y AGC
La anestesia de flujo bajo, respaldada por el Control de gas automático (AGC), puede reducir de forma segura el consumo de gases anestésicos hasta en un 58 %.[6],[7] Los informes de varios hospitales muestran que el consumo de anestesia se redujo significativamente y que se lograron ahorros sustanciales en los costos. Un hospital prevé un ahorro anual de 30 394 euros en sus equipos de anestesia y espera que la inversión en la actualización del software se amortice en menos de un año.[8] Otro hospital logró reducir la huella ecológica de su departamento de anestesia en más de 1 600 000 kg de CO₂ equivalente.[9]
El control de gas automático (AGC) es una función de software que regula el suministro de flujo de gas fresco y la concentración de vapor anestésico, con el fin de alcanzar los valores objetivo especificados para el oxígeno inspirado (FIO₂) y la concentración al final de la espiración del agente anestésico (EtAA). Una vez alcanzado el objetivo, el AGC reduce automáticamente el flujo de gas fresco y el suministro de vapor anestésico al mínimo. Una herramienta de velocidad y predicción proporciona información sobre el curso previsto de la anestesia y facilita la administración segura de la anestesia de flujo bajo. Esto permite a los médicos minimizar el flujo de gas fresco (FGF) y el desperdicio de gases anestésicos.
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La Sociedad Alemana de Anestesiología y Medicina Intensiva (DGAI) y la Asociación Profesional de Anestesiólogos Alemanes (BDA) también ofrecen recomendaciones de actuación específicas para la sostenibilidad ecológica en anestesiología y medicina intensiva.[10] Esto incluye el uso sistemático de la anestesia de flujo mínimo. El informe nacional «Green OR Barometer» de los Países Bajos también incluye la anestesia de flujo bajo en su plan de acción para reducir las emisiones de CO2 de los quirófanos neerlandeses.[11]