Menos anestésicos inhalados, menos emisiones de gases de efecto invernadero
Los agentes anestésicos volátiles son potentes gases de efecto invernadero que se liberan a la atmósfera durante cada procedimiento. Por lo tanto, reducir su uso es una prioridad ecológica urgente. Una estrategia cada vez más popular e innovadora es el reciclaje de los gases anestésicos. Pero, ¿por qué sigue teniendo sentido dar prioridad a la reducción frente al reciclaje? ¿Y cómo se puede lograr de forma segura y eficaz utilizando anestesia de flujo bajo?
Es hora de actuar
Los anestésicos volátiles son responsables de hasta el 35 % de las emisiones de gases de efecto invernadero de un hospital[1], lo que los convierte en un importante problema medioambiental. Mientras que un alemán medio emite alrededor de 11 toneladas de CO₂ al año, los anestesistas alcanzan niveles de emisión ocupacional de hasta 17,1 toneladas por persona al año[2]. Por ejemplo, durante un procedimiento de 7 horas con un flujo de gas fresco de 2 litros por minuto, el uso de agentes altamente contaminantes como el desflurano o el óxido nitroso puede generar una huella de carbono equivalente a la de un viaje en coche desde Noruega a Sudáfrica[3][4].
Además, los anestésicos volátiles suponen un riesgo para la salud laboral del personal de quirófano expuesto a las fugas de gas. Estas fugas también requieren un ajuste constante de la entrega de gas, lo que conlleva un aumento del consumo y de los costes. Es evidente que ha llegado el momento de que los hospitales y los anestesistas tomen medidas.
Reciclaje de gases anestésicos: convertir los residuos en valor
Tradicionalmente, los gases anestésicos se recogen en el equipo de anestesia y se ventilan directamente a la atmósfera. Sin embargo, los nuevos sistemas de captura ofrecen una alternativa prometedora. En estas configuraciones, los gases exhalados se filtran, se recogen y se preparan para su reutilización mediante filtros de carbón activado conectados al dispositivo de anestesia.
Sin embargo, siguen existiendo dudas sobre la cantidad de gas anestésico suministrado que realmente se captura de forma perioperativa y que puede reciclarse[5][6]. Un estudio de 2022 reveló que solo el 25 % del desflurano era capturado por el filtro de carbón, y que la mayor parte del gas seguía escapándose a la atmósfera. Los autores sugieren que, en el momento de la extubación, los pacientes pueden seguir reteniendo cantidades significativas de agentes anestésicos, que luego se exhalan al aire de la sala[7].
Por lo tanto, el reciclaje es una medida prometedora para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de los hospitales, pero se necesitan más investigaciones para evaluar su eficacia[8].
Primero reducir, luego reciclar
La Sociedad Europea de Anestesiología y Cuidados Intensivos (ESAIC), la Sociedad Alemana de Anestesiología y Medicina Intensiva (DGAI) y la Asociación Profesional de Anestesistas Alemanes (BDA) ofrecen recomendaciones específicas para una anestesia sostenible [9]. Entre ellas se incluyen:
- Evitar el desflurano en la medida de lo posible.
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Dar preferencia al sevoflurano debido a su menor potencial de calentamiento global.
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Elegir la anestesia intravenosa total (TIVA) o la anestesia regional
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Aplicar de forma sistemática la anestesia de flujo mínimo para reducir el uso de agente anestésico [10].
Una estrategia en dos pasos —reducir primero el uso de agentes volátiles y luego reciclar los que aún se utilizan— tiene sentido por varias razones:
- Un menor uso de gas conduce directamente a un ahorro de costes al reducir las necesidades de adquisición
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Lo que no se consume no necesita reciclarse
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Un menor consumo de gas significa una menor exposición y menos emisiones.
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Incluso si el reciclaje solo resulta parcialmente eficaz, se escapa menos gas residual a la atmósfera.
Anestesia automatizada de flujo bajo: menos gas anestésico, menos emisiones
La anestesia de flujo bajo, respaldada por el Control de gas automático (AGC) para regular la entrega de oxígeno, tiene la capacidad de reducir de forma segura el consumo de agente anestésico hasta en un 58 %[11][12].
Dos hospitales de Belfast, Reino Unido, redujeron recientemente su uso de agente volátil en un 30,5 %[13] y un 42 %, respectivamente, lo que les permitió lograr un importante ahorro de costes. El Belfast City Hospital prevé un ahorro anual de 30 394 euros en siete puestos de trabajo de anestesia, con un retorno de la inversión en la actualización del software en menos de un año. (Lea el caso práctico completo)
En el Imelda Hospital de Bonheiden, Bélgica, el departamento de anestesiología redujo su huella ecológica en más de 1 600 000 kg de CO₂ equivalente. «La huella media por persona en el mundo occidental es de unos 10 000 kg al año. Nuestras prácticas ajustadas nos permiten reducir el equivalente a más de 160 personas», afirmó el Dr. Guy Schols, jefe de anestesia.
Función de potencia: Control de gas automático (AGC)
El control de gas automático (AGC) es una función de software que regula el gas fresco y la concentración de agente anestésico para alcanzar los valores objetivo de oxígeno inspirado (FIO₂) y concentración de agente de corriente final (EtAA). Una vez alcanzados estos objetivos, el AGC reduce automáticamente la entrega de gas fresco y agente anestésico al mínimo. Una herramienta de velocidad y predicción proporciona información sobre el curso previsto de la anestesia, lo que permite una aplicación segura y eficaz de flujo bajo.
El Dr. Jan Hendrickx, anestesiólogo del hospital OLV de Aalst, Bélgica, explica:
«En lugar de ajustar manualmente el flujo de gas fresco y la configuración del vaporizador para mantener las concentraciones objetivo, una estación de trabajo equipada con AGC lo hace automáticamente. Esto permite a los médicos minimizar el flujo de gas fresco y el desperdicio de gas anestésico».
Nuestra conclusión
Dar prioridad a la reducción del gas anestésico frente al reciclaje es una decisión estratégica que permite tanto ahorrar costes como reducir de forma cuantificable la huella de carbono de un hospital. Con la anestesia de flujo bajo y el control automatizado del gas, este enfoque no solo es viable, sino también seguro. Los médicos pueden reducir el uso de gas, las emisiones de gases de efecto invernadero y menor coste, sin comprometer la atención sanitaria.